A la hora de escolarizar a vuestros hijos, a padres y madres os asaltan muchas dudas. La que más quebraderos de cabeza suele daros es qué centro educativo elegir, pero ¿es necesario que vayan todos los hermanos al mismo colegio?
Algunos padres teméis que los pequeños vean afectado el desarrollo de su identidad si son vistos como “el hermano de” o “la hermana de”. En realidad, si educas a tus hijos atendiendo a su individualidad, sin compararlos (y estando atentos a que los profesores tampoco lo hagan), compartir colegio no ha de suponer desventaja alguna y sí varios beneficios. El primero de ellos, precisamente, aprender valores como el respeto a la diferencia y la solidaridad por encima de la competitividad. Si los niños observan cómo los adultos los ponemos en práctica, los adquirirán del mejor modo: por imitación.
Por otro lado, los hermanos escolarizados en el mismo centro educativo desarrollan un vínculo más fuerte entre ellos. En un momento tan complicado para los niños como ir por primera vez al colegio, los hermanos mayores pueden facilitarles mucho ese paso. Aunque no estén en la misma clase, los más pequeños sentirán el centro como más familiar y dispondrán de información tranquilizadora de alguien en quien confían. Podrán, si lo desean, ser compañeros de juego en el recreo. Los menores tendrán un modelo de comportamiento cercano y los mayores verán aumentada su autoestima al percibirse como una figura responsable y de referencia.
Las ventajas alcanzan incluso el rendimiento académico: un estudio de la Universidad de Essex ha demostrado que las notas de los niños mejoran cuando estos tienen hermanos mayores en su colegio. Estos pueden servir de ejemplo positivo para los pequeños y ayudarles con los deberes y el aprendizaje. El efecto, según el estudio, se potencia si los hermanos además se llevan bien.
Compartir colegio, en definitiva, abre muchas posibilidades para tus hijos: aprender, divertirse…